
Un hombre atrevido la halaga con picardía. Ella baila voluptuosa, dejándose tocar por alguno. El pretendiente, consumido por celos, conquista a una inocente víctima. Juegos de amor, de apariencia inofensiva. Besos prohibidos y empellones con puños: meras maniobras para restablecer la dignidad. El viento helado petrifica a los testigos: yace la culpable en un charco de sangre. ¡Justa retribución por faltas de respeto! Fruslerías, insistirán los demás. El mediocre siempre encontrará excusas en su peligroso ardid: cada exhalo de su amada es un suspiro por algún hombre más digno.
Elegancia sin control y belleza a borbotones.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias, Joiel. Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona