
Entro al bar,
huele a orines,
y tus labios carmesí
besan a otro.
Entro al bar,
la mesera se está
fajando al trailero,
y tus labios púrpuras también.
Entro al bar,
la fiesta está muy buena,
tanto que tu labial azulado
se pierde con los demás.
Y yo, terco,
vuelvo a entrar al mismo bar,
apesta a orines…,
pero es mi casa, mi escritorio,
con una nota que dice
«Olvídala
y deja de tomar».
Reblogueó esto en Kentucky Fried Lit.
Me gustaLe gusta a 1 persona